Escribir tiene eso de que a veces siento una explosión adentro que necesita salir y se escapa por mis dedos entonces agarro la parte de atrás del boleto del bondi que me llevó a la esquina de tu casa en donde quisiste que habláramos abajo porque arriba te dan ganas de abrazarme y si me abrazás ya perdiste. Y ahí escribo todo lo que no te dije ese último sábado y que me está apretando el corazón desde aquella vez que hablamos por teléfono y me dijiste que vos querías saber todo y yo te dije que el todo era todo mío y yo no era nada tuya.

Escribo porque cuando no escribo me sangran las manos y me explota algo adentro. Escribo porque es mi forma de tenerte.
Te escribo y te invento. Mis palabras son la magia que nosotros nunca fuimos.

La primera mujer que amé tenía pétalos de flores en el pelo y cuando alguien la dolía lloraba lágrimas dulces. Tocarla no era fácil, su piel quemaba y ardía y derretía todo objeto que tocara. En las manos tenía imanes y en el pecho un escudo. Con los pies podía flotar y yo flotaba al verla. Era fuerte como el viento que corre cerca del mar y suave como mis guantes de terciopelo.
La primera mujer que amé no supo que yo la amaba.

Hoy me senté abajo de la ducha y me quedé dormida. Sentada con las piernas cruzadas y recostada contra la pared soñé contigo pero un tigo que no eras vos y un mundo que no era mío. Ya hace meses que no cumplo nuestro trato de mandarte un mail cada vez que aparecés en mis sueños. Hace meses que esas historias mueren en mi libreta de la mesa de luz y no te aviso que viniste. Mi próximo amor será la despedida que nunca fue de un ayer que sigue siendo.

Un domingo te levantaste tan temprano que me enojé, me quisiste decir algo y yo balbuceé salí dejame y metí la cabeza lo más adentro que puede uno meterse a una almohada.
Te escuché salir y me volví a dormir hasta que me despertó el ruido de sartenes y el olor a panqueques. Habías ido al parque a buscar podagrarias para hacerme panqueques de flores un domingo a las 8 de la mañana y yo te había negado un beso de nos vemos en un ratito. Me subí a la mesada para abrazarte fuerte y envolvente entre mis piernas y mojarte el hombro con una lágrima de amor eterno.

Hace días que pienso en vos apenas pongo un pie en la ducha. Debe de ser por el cráter del jabón en barra. Me acuerdo del día que hiciste pis mientras nos bañábamos juntos. Esa fue sólo la excusa para no bañarme contigo nunca más, pero la realidad era que a vos te gustaba bañarte con agua muy fría y a mí con agua muy caliente.
Perdón que no te he respondido el último mail, es que me queda más fácil hacer de cuenta que no te extraño. Cuando te lo responda te voy a contar que ahora vivo en una casa con piscina y que a veces voy de noche a nadar por abajo del agua con los ojos cerrados, y que otras noches salgo al balcón y miro el cielo y pienso que vos estás abajo del mismo cielo que yo pero del otro lado y tan lejos que de a poco me olvido de cómo era tu voz y de cómo arrastrabas la erre. También te voy a contar que a dos cuadras tengo la playa y que todavía no me animé a ir a caminar descalza cuando la arena ya esté fría. E incluso antes de que me lo preguntes te voy a responder que sigo sin tomar mate y pensando en vos cada 7 minutos.